El Increíble Viaje a un Mundo Paralelo

Había una vez una familia muy unida compuesta por papá, mamá y dos hermanos, Ana y Juan. Les encantaba pasar tiempo juntos, ya sea jugando en el parque o viendo películas en casa. Un día, mientras paseaban por el bosque cerca de su casa, descubrieron un extraño portal en medio de los árboles.

Intrigados, se acercaron al portal y notaron que había un letrero que decía "Viaje al Mundo Paralelo". Sin pensarlo dos veces, la familia decidió entrar al portal y comenzó su increíble aventura.

Al otro lado del portal, se encontraban en un mundo completamente diferente al suyo. El cielo era de un color morado brillante y las nubes parecían algodón de azúcar. El suelo estaba cubierto de flores de todos los colores y los árboles tenían hojas de oro.

La familia estaba maravillada con todo lo que veían, pero pronto se dieron cuenta de que no estaban solos. Una criatura pequeña y peluda se acercó a ellos y les dio la bienvenida al mundo paralelo.

– ¡Hola! Me llamo Ruff y soy el guardián de este lugar. ¿Cómo llegaron aquí? -preguntó Ruff con curiosidad.

– Encontramos un portal en el bosque y decidimos entrar -respondió papá, todavía sorprendido por lo que veía.

– Interesante. Bueno, ahora que están aquí, tienen que seguirme. Los llevaré a conocer a la reina del mundo paralelo -dijo Ruff emocionado.

La familia siguió a Ruff a través de un camino de cristal que los llevó al palacio de la reina. El palacio era aún más impresionante que el resto del mundo paralelo. Tenía torres gigantes y estaba hecho completamente de gemas y cristales.

Al llegar al palacio, Ruff presentó a la familia a la reina. Era una mujer muy amable y les explicó que en el mundo paralelo, todo era posible. Los árboles crecían en el cielo, los animales hablaban y los niños podían volar.

La familia estaba emocionada y no podían esperar para explorar todo lo que el mundo paralelo tenía para ofrecer. La reina les regaló a cada uno una varita mágica y les dijo que podían hacer realidad cualquier deseo que tuvieran.

Ana y Juan no podían creerlo, así que decidieron probar su varita mágica. Ana deseó tener un unicornio y, de repente, apareció un hermoso unicornio blanco a su lado. Juan deseó tener un dragón y, al instante, apareció un dragón rojo gigante.

Los hermanos se divirtieron mucho jugando con sus nuevas mascotas mágicas, mientras que papá y mamá exploraban el mundo paralelo y conocían a sus habitantes. Conocieron a los duendes que trabajaban en la fábrica de sueños, a las hadas que cuidaban de las flores y a los gnomos que vivían en las montañas.

De repente, la reina los llamó y les dijo que era hora de regresar a su mundo. La familia estaba triste de tener que irse, pero prometieron volver algún día.

Cuando regresaron a su mundo, se dieron cuenta de que solo habían pasado unos minutos desde que entraron al portal. Pero para ellos, había sido una aventura inolvidable y llena de magia.

Desde ese día, la familia visitaba el mundo paralelo cada vez que podían. Y cada vez que volvían, descubrían nuevas maravillas y hacían nuevos amigos. La familia se dio cuenta de que no importaba en qué mundo estuvieran, siempre estarían juntos y eso era lo más importante.

Y así, la familia aprendió que a veces, las mejores aventuras están en los lugares más inesperados. Y que, con amor y apoyo mutuo, pueden superar cualquier desafío que se les presente.

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