Era una noche estrellada
en un pequeño planeta
donde vivían unos niños
muy curiosos y inquietos.
Eran exploradores de corazón
y soñaban con viajar
a lugares desconocidos
y descubrir todo lo que hay.
Un día, decidieron partir
en una gran aventura
rumbo al espacio exterior
en busca de nuevas culturas.
Tomaron su nave espacial
y se lanzaron al infinito
con un gran mapa en la mano
y un brillo en sus ojitos.
Su primer destino fue Marte
un planeta rojo y misterioso
donde encontraron a un marciano
muy amable y cariñoso.
El marciano les enseñó
su cultura y su historia
y los niños aprendieron
mucho sobre la vida en otra gloria.
Luego, siguieron su viaje
hacia un planeta con anillos
donde vivían unos seres
que eran muy pequeños y graciosos.
Los seres les contaron
que eran los guardianes de los cielos
y les mostraron su hogar
lleno de estrellas y destellos.
Los niños quedaron maravillados
con tanta belleza celestial
y prometieron nunca olvidar
esa increíble experiencia espacial.
Continuaron su travesía
hacia un planeta congelado
donde encontraron a una princesa
de una cultura muy antigua y valiosa.
La princesa les contó
sobre su reino de hielo y nieve
y los niños comprendieron
que la diversidad es lo que enriquece.
Después de tantas aventuras
los niños decidieron volver
a su hogar en el pequeño planeta
con una gran lección que aprender.
Aprendieron que en el espacio
hay muchas culturas y seres
y que la exploración
nos ayuda a conocernos mejor.
Así, los pequeños exploradores
volvieron con grandes enseñanzas
y siguieron soñando con viajar
a otras galaxias y dimensiones.
Y así fue como su viaje
se convirtió en una gran historia
que inspiró a otros niños
a explorar y descubrir la gloria.