¡Paz, Paz, Pequeña Ardilla!

Había una vez, en un bosque muy verde y lleno de vida, una pequeña ardilla llamada Paz. Paz era muy juguetona y siempre estaba corriendo de un lado a otro, saltando de rama en rama y recolectando frutos para el invierno. Pero lo que más le gustaba a Paz era la aventura.

Un día, Paz conoció a un explorador humano llamado Nico. Nico era un niño con una brújula y un sombrero de explorador, siempre listo para una nueva aventura. Paz y Nico se hicieron amigos y juntos exploraban el bosque, descubriendo nuevos lugares y aprendiendo sobre la naturaleza.

Pero un día, mientras exploraban, encontraron un gran árbol con el fruto más delicioso que jamás habían visto. Paz y Nico querían el fruto, pero sólo había uno y no podían decidir quién lo tendría.

"Paz, Paz, pequeña ardilla," dijo Nico, "el fruto debe ser mío porque yo lo vi primero".

"Pero Nico," respondió Paz, "tú ya tienes tu mochila llena de frutas. Yo no tengo nada para el invierno."

Empezaron a discutir, cada uno queriendo el fruto para sí mismo. La discusión se puso más y más fuerte, hasta que Nico, enojado, gritó: "¡Es mío!" y empezó a trepar el árbol.

"Paz, Paz, pequeña ardilla," le llamó una voz sabia. Era el sabio Búho. "No es necesario pelear. Debemos encontrar una solución pacífica."

Paz suspiró. Sabía que el Búho tenía razón. No quería pelear con su amigo Nico. Así que Paz le propuso a Nico compartir el fruto, cada uno tendría la mitad.

"Pero, Paz," dijo Nico, "yo lo vi primero. Es mío."

"Paz, Paz, pequeña ardilla," dijo nuevamente el sabio Búho, "recuerda que la amistad es más importante que cualquier fruto."

Paz asintió y volvió a hablar con Nico. "Nico," dijo Paz, "eres mi amigo y no quiero pelear contigo. Si el fruto es tan importante para ti, puedes quedártelo."

Nico bajó del árbol y miró a Paz. En sus ojos, Paz vio que Nico se sentía mal por su comportamiento. Nico se acercó a Paz y le ofreció el fruto. "No, Paz," dijo Nico, "tú lo necesitas más que yo. Tú eres mi amiga y no quiero que pases hambre durante el invierno."

Y así, Paz y Nico aprendieron una valiosa lección ese día. Aprendieron que la amistad es más importante que cualquier cosa y que los conflictos se pueden resolver de manera pacífica y constructiva. Desde ese día, siempre recordaban decir: "Paz, Paz, pequeña ardilla" cuando enfrentaban un desacuerdo, recordándose a sí mismos la importancia de la paz y la amistad.

Y vivieron muchas más aventuras juntos, siempre resolviendo sus diferencias con paciencia y comprensión. Y cada vez que encontraban un nuevo fruto, lo compartían, recordando siempre que la amistad es más valiosa que cualquier tesoro.

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