Había una vez un pequeño pueblo en el corazón de la antigua Escocia, donde se decía que los árboles podían hablar. Los ancianos contaban historias de un lugar conocido como el Bosque Discordante. Se decía que en este bosque, los árboles no eran amigables entre sí y siempre estaban en constante discusión, creando un ruido tan fuerte que podía escucharse en el pueblo cercano.
El valiente y curioso Ewan, un joven aventurero del pueblo, decidió un día explorar este bosque y descubrir el misterio detrás de su discordia. Empacó sus cosas, dijo adiós a su familia y se adentró en el bosque.
No pasó mucho tiempo antes de que Ewan escuchara las voces de los árboles. Cada uno hablaba en tonos altos y bajos, creando una cacofonía de sonidos. Ewan se acercó al roble más grande y preguntó por qué estaban tan enojados.
"¡El sauce no deja de llorar, y sus lágrimas mojan mis raíces!" gruñó el roble.
Ewan se acercó al sauce llorón y le preguntó por qué estaba llorando.
"El pino me lanza sus agujas y me pincha!" sollozó el sauce.
Luego, Ewan se dirigió al pino y le preguntó por qué molestaba al sauce.
"¡El abeto siempre me da sombra, no me deja ver el sol!" se quejó el pino.
Finalmente, Ewan se acercó al abeto y le preguntó por qué daba sombra al pino.
"¡El roble siempre deja caer sus hojas en mi base, ensuciándome!" protestó el abeto.
Ewan se quedó pensando un momento. Los árboles estaban en conflicto porque no se daban cuenta de cómo sus acciones afectaban a los demás. Decidió ayudarlos a entenderse y resolver su disputa.
"Todos ustedes son diferentes y únicos", comenzó Ewan. "El roble es fuerte y da sombra, el sauce es flexible y aporta agua con sus lágrimas, el pino es alto y sirve de hogar para las aves, y el abeto es verde todo el año, dando alegría al bosque. Si todos se ayudan mutuamente en lugar de pelear, el bosque será un lugar más hermoso".
Los árboles, por primera vez, se quedaron en silencio. Reflexionaron sobre las palabras de Ewan y comenzaron a ver cómo sus acciones afectaban a los demás. Decidieron trabajar juntos en lugar de estar en desacuerdo y pronto, el bosque se volvió un lugar pacífico y armonioso.
Ewan regresó a su pueblo y les contó a todos cómo había ayudado a los árboles a resolver su conflicto. Los aldeanos lo aclamaron como un héroe y desde aquel día, el Bosque Discordante se convirtió en el Bosque Harmonioso.
Y así, el valiente y curioso Ewan demostró que con comprensión, respeto y cooperación, incluso las más grandes disputas pueden resolverse pacíficamente. Este cuento se transmitió de generación en generación, recordando a todos en el pueblo la importancia de la armonía y la paz.