Había una vez un científico llamado Dr. Astro, un hombre de mirada brillante y cabello alborotado, siempre lleno de ideas. Su más grande invención fue el Submarino de las Estrellas, una máquina maravillosa que podía viajar tanto por el océano como por el cielo estrellado.
El Dr. Astro había construido el Submarino de las Estrellas con la esperanza de explorar los misterios más profundos del universo. Tenía forma de pez, con escamas brillantes que cambiaban de color con cada parpadeo. Por dentro, estaba lleno de botones parpadeantes, palancas y grandes ventanales para ver el espacio exterior.
Un día, el Dr. Astro decidió que era hora de su primer viaje. Saltó a bordo, giró una palanca y el submarino comenzó a vibrar y a zumbar. Con un "¡Zas!" despegó, dejando un rastro de burbujas brillantes. El Dr. Astro estaba en camino hacia las estrellas.
Viajó por el cosmos, pasando por planetas de hielo, asteroides de oro y estrellas parpadeantes. En un planeta cubierto de hierba púrpura, encontró criaturas con forma de conejo que podían hablar. El Dr. Astro compartió con ellos historias de la Tierra y se rió cuando intentaron imitar su risa.
En otro planeta, descubrió árboles que crecían al revés, con las raíces hacia el cielo y las hojas en el suelo. Pasó un día entero estudiándolos, maravillado por su naturaleza única.
Aunque el Dr. Astro estaba fascinado por todo lo que veía, pronto comenzó a extrañar su hogar. Extrañaba su laboratorio, sus libros y su taza de té de la tarde. Así que, con un suspiro, giró su submarino hacia la Tierra.
Pero en el camino de regreso, una nube de polvo cósmico bloqueó su camino. El Dr. Astro intentó maniobrar, pero el submarino comenzó a sacudirse y a tambalearse. Los botones parpadeaban en rojo y las alarmas sonaban.
El Dr. Astro, sin embargo, no se asustó. Sabía que debía pensar en una solución. Entonces, recordó las burbujas brillantes que había dejado el submarino cuando despegó. ¿Y si podía usar esas burbujas para limpiar el camino?
Rápidamente, el Dr. Astro corrió a su laboratorio en el submarino y comenzó a mezclar varios polvos y líquidos. Con un "¡Eureka!", creó una fórmula para hacer burbujas super brillantes y fuertes.
Con cuidado, vertió la fórmula en el motor del submarino. Pronto, el submarino comenzó a dejar un rastro de burbujas brillantes que empujaron el polvo cósmico a un lado, despejando el camino. Con un suspiro de alivio, el Dr. Astro dirigió el submarino de las estrellas hacia su hogar.
Cuando finalmente aterrizó, fue recibido con aplausos y vítores. Pero para el Dr. Astro, lo más emocionante no fue el aplauso, sino la oportunidad de compartir su increíble viaje y las maravillas que había descubierto.
Desde ese día, el Dr. Astro continuó explorando el universo con su Submarino de las Estrellas, siempre buscando aprender más y maravillarse con la belleza del cosmos.
Y así, queridos niños, aprendemos que no importa cuán lejos viajemos o cuán maravillosos sean los lugares que descubramos, siempre hay algo especial en el conocimiento y la aventura, y en el cálido sentimiento de volver a casa.