Había una vez, en la vasta selva de Zungulu, un león valiente llamado Leandro. Leandro era el rey de la selva, fuerte y valiente durante el día, pero cuando llegaba la noche, su valentía desaparecía. ¡Leandro temía a la oscuridad!
Leandro era un soñador, siempre imaginando grandes aventuras, pero su miedo a la oscuridad lo detenía. Temblaba bajo la luz de la luna y se escondía en su cueva, mientras todos los demás animales disfrutaban de la noche.
Sin embargo, un día, un pequeño pájaro llamado Pio, con su plumaje de colores brillantes, llegó a la selva de Zungulu. Pio era un pájaro nocturno, le encantaba la noche y se maravillaba de las estrellas en el cielo.
Leandro, curioso, preguntó a Pio: "¿Cómo puedes disfrutar de la oscuridad? Es tan aterradora."
Pio rió y dijo: "La oscuridad no es aterradora, es hermosa. Tiene estrellas brillando como diamantes y la luna que ilumina suavemente. Es tranquila y calmada".
Intrigado, Leandro decidió que quería ver la belleza de la noche. "Voy a superar mi miedo", se dijo a sí mismo.
Esa noche, Leandro se aventuró fuera de su cueva. El crujido de las hojas y el zumbido de los insectos lo asustaron al principio, pero recordó las palabras de Pio y continuó.
"Crack-crack" crujían las hojas, "Zzz-zzz" zumbaban los insectos. Leandro respiró hondo y continuó. Luego, vio algo que nunca antes había visto: ¡El cielo estaba salpicado de estrellas brillantes y la luna brillaba en todo su esplendor!
"¡Guau! ¡Es hermoso!", exclamó Leandro. Su corazón latía con emoción y miedo juntos. "Puedo hacerlo", se repetía a sí mismo, "Puedo hacerlo".
En ese momento, una sombra se movió entre los árboles. Leandro se asustó, pero recordó su valentía. Siguió la sombra y descubrió a un pequeño conejo perdido, temblando de miedo.
El conejo miró a Leandro y dijo: "Estoy perdido y tengo miedo". Leandro sonrió y respondió: "No te preocupes, pequeño. Yo también tenía miedo, pero descubrí que la noche es hermosa y segura. Te llevaré a casa".
Leandro, el valiente león que temía a la oscuridad, ayudó al pequeño conejo a encontrar su camino a casa. Esa noche, Leandro no solo superó su miedo, sino que también ayudó a alguien a hacer lo mismo.
Desde entonces, todas las noches, Leandro se aventuraba en la oscuridad, disfrutando de la belleza de la noche y ayudando a quienes necesitaban. Ya no era solo un león valiente, sino un león valiente que amaba la oscuridad.
Y así, nuestro soñador Leandro aprendió que para superar nuestros miedos, a veces solo necesitamos dar el primer paso. Aunque pueda dar miedo al principio, nunca sabes qué belleza te espera si no lo intentas.
¡Y vivieron felices para siempre! ¡Fin!