El Monstruo Debajo de mi Cama

Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en una casa grande y hermosa junto a su familia. Sofía era una niña muy valiente y aventurera, pero tenía un gran miedo que la atormentaba todas las noches: el monstruo debajo de su cama.

Cada noche, cuando llegaba la hora de dormir, Sofía se metía en su cama con su osito de peluche y apagaba la luz. Pero en cuanto cerraba los ojos, su mente se llenaba de pensamientos aterradores sobre el monstruo que vivía debajo de su cama. ¿Cómo era? ¿Qué hacía cuando ella dormía? Sofía no sabía las respuestas, pero su imaginación se encargaba de crear las peores pesadillas.

Un día, Sofía decidió hablar con su familia sobre su miedo al monstruo. Sus padres, preocupados, le explicaron que los monstruos no existían y que todo era producto de su imaginación. Pero Sofía no se quedó convencida y siguió teniendo miedo todas las noches.

Un fin de semana, la familia de Sofía decidió ir a visitar a sus abuelos que vivían en el campo. Durante el día, Sofía se divertía jugando con sus primos y explorando el lugar. Pero cuando llegaba la noche, el miedo al monstruo volvía a apoderarse de ella.

Un día, mientras todos dormían, Sofía se despertó de repente. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una habitación completamente oscura. Comenzó a sentir miedo, pero entonces recordó que su papá le había dicho que la oscuridad no era más que ausencia de luz. Así que, valientemente, se levantó de la cama y encendió la luz.

Pero entonces, escuchó un ruido debajo de su cama. Sofía se quedó paralizada por el miedo, pero decidió enfrentarlo. Se agachó y miró debajo de la cama, y lo que encontró la sorprendió mucho. No había ningún monstruo, sino un gatito negro que había entrado a la casa por la ventana.

Sofía se dio cuenta de que el miedo no era más que una ilusión, y que muchas veces nos hacemos ideas equivocadas de las cosas por no conocerlas. Tomó al gatito en sus brazos y lo llevó a la cama, donde se quedó dormida junto a él.

Al día siguiente, Sofía le contó a su familia lo que había pasado y todos se rieron al saber que el monstruo debajo de su cama no era más que un pequeño gatito. A partir de ese día, Sofía dejó de tener miedo y aprendió que enfrentar nuestros miedos es la mejor manera de superarlos.

Cuando volvieron a casa, Sofía se dio cuenta de que la oscuridad ya no le daba miedo y que podía dormir tranquilamente sin pensar en el monstruo debajo de su cama. Y cada vez que se acordaba del gatito, sonreía y se sentía orgullosa de sí misma por haber sido tan valiente.

Desde entonces, Sofía se convirtió en una niña más segura de sí misma y aprendió que no hay nada más fuerte que el amor y el apoyo de su familia para superar cualquier miedo o inseguridad. Y cada vez que veía un gatito, recordaba aquella noche en el campo y agradecía por haber descubierto la verdad sobre el monstruo debajo de su cama.

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