Había una vez una niña llamada Lola, quien vivía en un pequeño pueblo con su familia. Su abuela, una mujer sabia y amante de las historias, siempre le contaba a Lola cuentos fantásticos sobre un universo mágico llamado el Universo de los Colores.
Una tarde, mientras Lola jugaba en el jardín, encontró una vieja paleta de pintura de su abuela. Al tocarla, una luz brillante la envolvió y de repente, se encontró en un mundo lleno de colores brillantes y criaturas mágicas. ¡Estaba en el Universo de los Colores!
Allí, conoció a Azul, una criatura azulada y amigable con un cuerpo brillante como el cielo. "¡Hola Lola! ¡Tu abuela nos habló mucho de ti! Estamos en problemas, el Rey Gris está robando nuestros colores". Lola estaba asombrada, pero decidida a ayudar a sus nuevos amigos.
Viajó a través de montañas púrpuras y ríos de plata. Conoció a Verde, un gigante amable que vivía en un bosque de árboles esmeralda y a Rosa, una hada que vivía en un palacio de cristal rosado. Cada uno le enseñó a Lola sobre su color y cómo eran importantes para mantener el equilibrio en el universo.
Finalmente, llegó al castillo del Rey Gris. Con su paleta, pintó un arco iris en el cielo gris, devolviendo los colores al universo. El rey, al ver la belleza de los colores, se arrepintió y prometió no robar más colores.
De regreso en su hogar, Lola contó a su familia sobre su viaje. Aunque pensaron que era solo una historia, notaron que Lola veía el mundo de manera diferente, apreciando los colores de todo. Y aunque nadie más podía verlo, siempre que Lola pintaba con la paleta de su abuela, un arco iris aparecía en el cielo sobre su casa.
Desde aquel día, Lola no solo se convirtió en una gran artista sino que también aprendió la importancia de los colores en la vida y cómo cada uno de ellos aporta equilibrio y belleza al mundo. Y aunque el Universo de los Colores era un lugar mágico, Lola se dio cuenta de que no tenía que viajar lejos para encontrar magia, pues la magia estaba en su hogar, con su familia, y en su corazón, donde quiera que estuviera.
Y así, Lola y su familia vivieron felices, llenos de color y magia. Y aunque el viaje al Universo de los Colores fue una aventura que Lola siempre recordaría, lo más importante que aprendió fue que, sin importar donde estés, siempre puedes hacer tu mundo un lugar más colorido y mágico. Y cada vez que Lola pintaba un cuadro, no solo traía colores a su lienzo, sino también alegría y felicidad a su hogar y a todos los que la rodeaban.
Y así, Lola continuó pintando, y cada pincelada que daba, cada color que mezclaba, era un recordatorio de su viaje, de su aventura, y de la lección que aprendió: que los colores, al igual que las emociones, son lo que dan vida al mundo. Y aunque el Universo de los Colores era un lugar lejano y mágico, Lola supo que siempre lo llevaría en su corazón. Y ese, queridos niños, es el fin de nuestra historia.
Pero recuerden, al igual que Lola, cada uno de nosotros tiene el poder de hacer nuestro mundo un poco más colorido, un poco más mágico. Así que toma tu paleta, tus pinceles y tus colores, y empieza a pintar. Porque nunca se sabe qué tipo de aventuras te esperan en el maravilloso mundo de los colores.