El Viaje Maravilloso de Sofía y el Dragón de Cristal

Había una vez una niña llamada Sofía, curiosa y valiente, con una sonrisa tan radiante como la luna en la noche. Iba de aventura en su capa de seda, buscando un dragón de cristal, en un viaje sin igual.

Atravesó montañas rocosas y ríos azules brillantes, con un mapa en la mano y un corazón vibrante. En un reino de ensueño, donde los árboles hablaban y las flores bailaban, Sofía encontró al dragón de cristal, durmiendo en una cueva encantada.

"Despierta, dragón de cristal", dijo Sofía suavemente, "tengo una pregunta para ti, por favor, contesta honestamente". El dragón de cristal abrió un ojo, su cuerpo brillaba con un resplandor tan hermoso como el cielo.

Pero antes de que Sofía pudiera hablar, una sombra surgió de la oscuridad, era el malvado mago Malabar, con una risa que helaba el corazón. "Ese dragón es mío", gritó, "y nadie más lo podrá tocar".

Sofía, valiente y decidida, se puso de pie, "Este dragón es libre", dijo, "y así debe ser". Malabar rió con desdén y levantó su varita, "Veremos quién gana en este duelo, pequeña niña valiente".

El suelo tembló y el cielo rugió, pero Sofía no se movió. Sabía en su corazón que tenía que proteger al dragón de cristal, no importa lo que ocurriera.

Con un respiro profundo, Sofía se enfrentó a Malabar, sus ojos brillaban con una determinación que no podía disimular. Levantó su mapa, ahora convertido en escudo, y se preparó para el duelo.

Malabar lanzó hechizos y maldiciones, pero nada podía penetrar el escudo de Sofía. Con cada intento fallido, se enfurecía más y más, hasta que finalmente, con un grito de frustración, desapareció en un destello de luz.

Sofía se volvió hacia el dragón de cristal, su cuerpo aún brillaba con luz. "Eres libre", le dijo, "y siempre lo serás". El dragón de cristal la miró con ojos agradecidos y con un rugido suave, extendió sus alas y voló hacia el cielo.

Sofía volvió a casa con una sonrisa en su rostro y una historia que contar. Había enfrentado al malvado mago Malabar y había liberado al dragón de cristal. Pero lo más importante, había aprendido que no importa lo pequeña que seas, puedes hacer grandes cosas con valentía y coraje.

Así termina el viaje maravilloso de Sofía y el dragón de cristal, una historia de valentía y amistad, que siempre recordaremos. Y siempre que mires al cielo y veas un destello de luz, recuerda a Sofía y su dragón de cristal, volando libres en la noche.

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