En la Pradera de la Alegría, vivía un conejo llamado Benny. A Benny le gustaba saltar, jugar y, sobre todo, adoraba la Pascua. Durante la Pascua, Benny tenía una tarea muy especial: esconder los huevos de Pascua para que los niños los encontraran. Pero esta Pascua fue diferente. Los huevos de Pascua habían desaparecido y Benny tenía que encontrarlos.
La Reina de la Pradera, una sabia y justa gobernante, llamó a Benny a su palacio. "Benny," dijo con una voz suave pero firme, "necesitamos tu ayuda. Los huevos de Pascua han desaparecido. Sin ellos, no podemos celebrar la Pascua."
Benny se sintió muy preocupado. Los huevos de Pascua eran el corazón de la festividad. "No se preocupe, Reina," dijo Benny, "haré todo lo posible para encontrar los huevos."
Benny comenzó su búsqueda en el bosque de chocolate, un lugar donde los árboles eran de cacao y las flores de caramelo. Buscó detrás de cada tronco y debajo de cada hoja, pero no encontró ningún huevo.
Luego, se dirigió al río de miel. Sumergió su pata en el dulce y pegajoso río, esperando tocar un huevo, pero no tuvo suerte.
Finalmente, llegó a la montaña de merengue. Escaló hasta la cima, buscando en cada grieta y hendidura, pero todavía no había señales de los huevos.
Benny estaba cansado y desilusionado. Pero entonces, recordó las palabras de la Reina: "Los huevos de Pascua son el corazón de la festividad." Pensó en la alegría en los rostros de los niños cuando encontraban los huevos. No podía rendirse.
Así que, en lugar de buscar en lugares obvios, Benny empezó a pensar en los lugares donde nadie más buscaría. Recordó un viejo camino escondido detrás de la montaña de merengue que llevaba a una cueva de gominola.
Rápidamente, Benny saltó hacia la cueva. Con el corazón latiendo de emoción, entró y allí estaban: los huevos de Pascua, brillantes y coloridos, escondidos en un rincón de la cueva.
Benny estaba tan feliz que saltó de alegría. Rápidamente recogió los huevos y los llevó de vuelta al palacio.
La Reina de la Pradera estaba muy contenta. "Benny," dijo, "has salvado la Pascua. Eres un conejo muy valiente y astuto."
Y así, Benny se convirtió en el héroe de la Pascua. Desde ese día, siempre recordaba que a veces, las respuestas no están en los lugares obvios, sino en aquellos donde nadie más busca. Y cada Pascua, cuando Benny escondía los huevos para que los niños los encontraran, siempre dejaba uno en la cueva de gominola, como recordatorio de su gran aventura.