Era víspera de Navidad en el pequeño pueblo de Candelaria y todos estaban emocionados por la llegada de la festividad más esperada del año. Las calles estaban adornadas con luces de colores, los árboles tenían hermosas guirnaldas y las casas estaban decoradas con hermosos pesebres y velas.
En una de las casas, vivía una familia muy especial: los duendes. Eran seres diminutos, con orejas puntiagudas y vestidos con trajes de colores. Habían llegado al pueblo hace muchos años y se habían convertido en parte de la comunidad.
Los duendes eran muy trabajadores y siempre estaban ocupados en la fábrica de juguetes del Polo Norte, preparando los regalos para los niños del mundo. Pero esta Navidad, algo diferente estaba por suceder.
Mientras los duendes preparaban los últimos detalles para la entrega de los juguetes, una extraña luz apareció en el cielo y una especie de portal se abrió frente a ellos. Sin pensarlo dos veces, los duendes decidieron aventurarse a través del portal y descubrir qué se encontraba del otro lado.
Al llegar al otro lado, los duendes se dieron cuenta de que habían viajado en el tiempo y se encontraban en la época de Jesús. Todo a su alrededor era diferente, no había luces ni árboles de Navidad, solo un humilde pesebre donde se encontraba el niño Jesús, María y José.
Los duendes se acercaron con curiosidad y se dieron cuenta de que algo no estaba bien. El pesebre estaba vacío, sin regalos ni la alegría que ellos estaban acostumbrados a ver en las casas de los niños. Se acercaron a María y le preguntaron qué estaba sucediendo.
María les explicó que no tenían suficiente dinero para comprar regalos y que esta Navidad sería muy triste para su hijo Jesús. Los duendes, conmovidos por la historia, decidieron ayudar a María y José. Con su magia, crearon juguetes para el niño Jesús y los colocaron en el pesebre.
Al ver la alegría en los ojos de María y José, los duendes entendieron el verdadero significado de la Navidad: el amor, la generosidad y el espíritu de compartir. Se dieron cuenta de que no todo se trataba de regalos materiales, sino de estar juntos y ayudar a los demás.
Los duendes regresaron al presente y se apresuraron a terminar de preparar los regalos para los niños. Esta vez, con una nueva perspectiva y un corazón lleno de amor, los duendes entregaron los juguetes con una sonrisa en su rostro, sabiendo que estaban haciendo una diferencia en la vida de los niños.
Al día siguiente, cuando los niños abrieron sus regalos, se llevaron una gran sorpresa al encontrar una nota de los duendes en cada uno de ellos. La nota decía: "La verdadera magia de la Navidad está en el amor y la generosidad. Siempre recuerda compartir y ayudar a los demás, así como nosotros lo hicimos con María, José y Jesús".
Desde ese día, los duendes se convirtieron en los guardianes de la Navidad en el pueblo de Candelaria. Cada año, viajaban en el tiempo para recordar a todos que la Navidad no se trataba solo de regalos, sino de dar amor y alegría a los demás.
Y así, la Navidad en Candelaria se convirtió en una celebración aún más especial, llena de magia y aprendizaje gracias a los duendes y su viaje en el tiempo. Y a partir de ese día, cada vez que alguien recordaba la historia de los duendes, se recordaba el verdadero significado de la Navidad.