Una vez hubo una liga, no muy lejana,
de héroes cotidianos, ¡una banda tan extraña!
Lucas, el panadero, con su pan de miel,
y Lina, la jardinera, que habla con los claveles.
Emilio, el cartero, que nunca pierde un recado,
y la tierna abuela Tere, que mima a todos a su lado.
Y no nos olvidemos de Benito, el perro callejero,
que se unió a la liga, ¡un héroe muy sincero!
Por la mañana temprano, Lucas hornea con amor,
un pan de miel tan dulce, que alegra hasta al peor.
Lina, por su parte, susurra a los claveles,
y los hace florecer, en todos los papeles.
Emilio, con su bicicleta, bajo el sol radiante,
entrega cada carta, con un espíritu constante.
Abuela Tere, con su dulce sonrisa,
abrazos y besos reparte, ¡y nunca se cansa!
Y Benito, el perrito, con su cola en alto,
siempre está listo para ayudar, con un salto.
Guarda la ciudad de noche, con su ladrido valiente,
¡Un pequeño héroe, tan resplandeciente!
Un día, el cielo se tornó oscuro, una sombra cubrió el lugar,
todos estaban asustados, algo iba a pasar.
Pero nuestra liga de héroes, sin ningún temor,
decidieron enfrentarse, a ese extraño terror.
Lucas tomó su pan de miel, tan dulce y tan dorado,
y lo lanzó al cielo, donde el sol se había apagado.
Lina, con sus claveles, los hizo girar,
y un arco iris floreció, ¡qué belleza sin par!
Emilio, con su bicicleta, pedaleó sin cesar,
creó un vórtice de viento, que comenzó a soplar.
Y la abuela Tere, con su amor infinito,
envió un abrazo al cielo, que lo iluminó poquito a poquito.
Entonces, Benito, con su ladrido fuerte,
despertó a los ciudadanos, de un sueño muy inerte.
Y la sombra en el cielo, al ver tal unión,
se disipó al instante, sin ninguna discusión.
Y así, nuestros héroes, volvieron a su andar,
Lucas horneando, Lina a sus flores hablar.
Emilio repartiendo cartas, la abuela a mimar,
y Benito, siempre vigilante, en su ciudad a ladrar.
Este es el cuento, de la liga sin igual,
donde cada uno es héroe, en su vida normal.
Porque no se necesita, tener superpoderes,
todos somos héroes, si lo queremos ser.