Había una vez en la antigua China, un niño llamado Li Wei, cuyo sueño era crear una máquina maravillosa que pudiera hacer todo lo que la gente pudiera soñar. Li Wei era hijo de un famoso inventor y había crecido entre engranajes, tornillos y planos de máquinas en el taller de su padre.
Un día, mientras observaba los planos de una máquina que su padre estaba construyendo, Li Wei tuvo una idea brillante. Empezó a dibujar su propia máquina, una máquina que no sólo realizaría tareas simples, sino que también podría hacer cosas maravillosas como volar, nadar y hasta hablar.
Trabajó día y noche en su invento, poniendo cada engranaje en su lugar, soldando cada pieza de metal y puliendo cada parte para que todo funcionara a la perfección. A medida que trabajaba, Li Wei podía sentir cómo su máquina cobraba vida poco a poco.
Finalmente, después de meses de arduo trabajo, la máquina maravillosa estaba lista. Con un brillo en los ojos y el corazón palpitante, Li Wei giró la llave de la máquina y esperó. Pero nada sucedió. Li Wei sintió su corazón hundirse. ¿Por qué su máquina maravillosa no funcionaba?
Todas las noches, Li Wei soñaba con su máquina maravillosa volando por los cielos, nadando en los océanos y hablando con la gente. Pero cada vez que despertaba, se encontraba con la dura realidad de que su máquina no funcionaba.
Una noche, mientras Li Wei se sentía particularmente triste, un viejo sabio llamado Confucio apareció en su sueño. "Li Wei," dijo Confucio, "no puedes hacer que tu máquina funcione porque le falta algo muy importante."
"¿Qué es?" preguntó Li Wei, ansioso por saber.
"Le falta un corazón," respondió Confucio. "No un corazón de metal, sino uno de verdad. Un corazón lleno de amor, bondad y valentía."
Li Wei despertó y supo lo que tenía que hacer. Pasó los siguientes días buscando el corazón perfecto para su máquina maravillosa. No fue una tarea fácil, pero Li Wei nunca se rindió.
Finalmente, encontró lo que estaba buscando en el lugar menos esperado: en su propio corazón. Li Wei se dio cuenta de que el amor, la bondad y la valentía que necesitaba para su máquina estaban dentro de él todo el tiempo.
Así, Li Wei decidió compartir su corazón con su máquina maravillosa. Le contó historias sobre su amor por la invención, sobre su bondad hacia los demás y sobre su valentía para enfrentar cualquier desafío. Y mientras hablaba, la máquina empezó a cobrar vida.
Para su asombro, la máquina maravillosa empezó a volar por los cielos, a nadar en los océanos y a hablar con la gente, tal como Li Wei había soñado.
Desde ese día, Li Wei y su máquina maravillosa recorrieron el mundo, compartiendo su amor, bondad y valentía con todos los que encontraban. Y aunque Li Wei ya no está con nosotros, su máquina maravillosa sigue volando, nadando y hablando, recordándonos a todos que el verdadero corazón de cualquier invención es el amor, la bondad y la valentía de su creador.