El Misterio de la Noche de Brujas

En el pequeño pueblo de Broomstick, donde las casas eran tan antiguas como los árboles y los caminos de piedra brillaban bajo la luna, la Noche de Brujas era la festividad más esperada del año. Todos los animales del bosque participaban, desde el más pequeño ratón hasta el más grande oso. Este año, sin embargo, la noche de brujas tendría un invitado inusual.

El zorro Federico, conocido por su astucia y su pelaje rojo brillante como una manzana, estaba emocionado. Acababa de llegar a Broomstick y nunca había experimentado una Noche de Brujas. En su antiguo hogar, una ciudad lejana y bulliciosa, nunca había tiempo para tales festividades.

La noche antes de la celebración, Federico escuchó murmullos y risas a través de su ventana. Miró afuera para ver a todos los animales preparándose para la fiesta, tallando calabazas y decorando las calles con luces brillantes y telarañas de seda. Sin embargo, también notó algo extraño: en cada casa, en cada puerta, colgaba un amuleto hecho de hierbas y hojas. Intrigado, Federico decidió preguntar.

"¿Qué son esos amuletos?", preguntó Federico al conejo Benito, un residente de toda la vida de Broomstick.

"Ah, eso", contestó Benito. "Es una tradición antigua. Colocamos esos amuletos para protegernos de los espíritus que deambulan durante la Noche de Brujas".

Federico se rió. "¿Espíritus? ¿De verdad creen en esas cosas?"

Benito frunció el ceño. "No es cuestión de creer, Federico. Es una tradición que hemos seguido durante generaciones. Es nuestro respeto por los que vinieron antes que nosotros."

Federico, aún escéptico, decidió no colgar un amuleto en su casa. Aquella noche, sin embargo, sucedió algo extraño. Federico comenzó a escuchar ruidos extraños, susurros siniestros y vio sombras que se movían en la oscuridad. Asustado, corrió a la casa de Benito.

"¡Benito! Algo anda mal. Creo que hay espíritus en mi casa", exclamó Federico, temblando de miedo.

Benito, aunque sorprendido, no mostró miedo. En cambio, sonrió y le entregó un amuleto a Federico. "Toma esto, Federico. Es un amuleto que te protegerá."

Federico, con el amuleto en la mano, volvió a su casa. Los ruidos extraños habían desaparecido y las sombras se habían ido. Federico se sintió aliviado y un poco avergonzado. Tal vez había algo en las tradiciones de Broomstick después de todo.

Al día siguiente, en la Noche de Brujas, Federico se unió a las celebraciones con entusiasmo. Su casa estaba decorada con luces y telarañas, y en su puerta colgaba un amuleto. Federico se dio cuenta de que las tradiciones no eran solo cuentos viejos, sino que conectaban a las personas con su pasado y entre ellas.

Y así, en medio de la risa y la alegría, Federico aprendió una valiosa lección. Aunque las creencias y tradiciones pueden variar de un lugar a otro, es importante respetarlas, porque a menudo llevan consigo la sabiduría de generaciones. Y quién sabe, tal vez haya un grano de verdad en cada historia que se cuenta en la Noche de Brujas.

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