El Poder de lo Ordinario

Había una vez en la pequeña ciudad de Verdantville, un niño llamado Oliver. Oliver era un niño común y corriente, con una vida común y corriente. Sin embargo, lo que nadie sabía era que Oliver poseía un poder muy especial, el Poder de lo Ordinario.

Con su poder, Oliver podía transformar las cosas más comunes y cotidianas en algo extraordinario. Una simple goma de borrar podía convertirse en una nube flotante, una botella de agua en un rascacielos brillante, y un papel arrugado en un pájaro volador. Pero había una regla: sólo podía usar su poder en secreto, para no ser descubierto.

La vida de Oliver cambió cuando llegó a Verdantville un personaje sombrío llamado Sombra. Sombra era un villano, cuyo objetivo era eliminar todas las cosas extraordinarias del mundo y hacerlo completamente ordinario y monótono.

Oliver, consciente de su deber, decidió enfrentarse a Sombra. Pero no fue fácil. Sombra tenía la habilidad de robar la extraordinariedad de las cosas y las personas, y Oliver era muy vulnerable. Sombra atacó a Oliver, quitándole su extraordinariedad y dejándolo completamente ordinario.

Oliver, sin embargo, no se dejó derrotar. Recordó su poder, el Poder de lo Ordinario. Comprendió que la verdadera extraordinariedad no reside en las cosas externas, sino en las cosas más simples y ordinarias de la vida.

Con esta nueva comprensión, Oliver confrontó a Sombra. Usó su poder para transformar las cosas ordinarias a su alrededor en algo extraordinario. Los edificios grises se convirtieron en coloridos castillos, los viejos coches en carruajes brillantes, y la simple calle de la ciudad en un camino de flores y arco iris.

Sombra, al ver la belleza de lo ordinario, quedó desconcertado. No podía robar la extraordinariedad de las cosas ordinarias porque eran, en esencia, ordinarias. Sombra, derrotado por la sencillez y el poder de lo ordinario, desapareció de Verdantville.

Oliver, con su Poder de lo Ordinario, había salvado a su ciudad y demostrado que no hay que buscar la extraordinariedad en lo externo, sino en lo más simple y ordinario de la vida. Y aunque Oliver era un niño común y corriente, para los habitantes de Verdantville, él era su superhéroe cotidiano.

Y así, Oliver, con su Poder de lo Ordinario, siguió transformando lo cotidiano en extraordinario, demostrando que cada uno de nosotros, en nuestra manera única y ordinaria, puede ser un superhéroe.

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