La Sombra Valiente

Había una vez un niño llamado Félix, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Félix tenía una gran imaginación, siempre soñaba con vivir aventuras heroicas y valientes, aunque había algo que le atormentaba: su miedo a la oscuridad.

En el día, Félix era intrepido y valiente, pero cuando se ponía el sol y las sombras comenzaban a aparecer, su coraje se evaporaba como una gota de agua en un día caluroso de verano. El miedo a lo desconocido, a lo que podría esconderse en la oscuridad, lo paralizaba.

Un día, mientras jugaba en el bosque, Félix se encontró con un pequeño zorro. Con su pelaje naranja brillante y sus ojos astutos, el zorro parecía ser el animal más valiente que Félix había visto.

"¿Cómo puedes ser tan valiente?" preguntó Félix al zorro, que sorprendentemente, podía hablar.

"La valentía no es la ausencia de miedo, sino la decisión de enfrentarlo", respondió el zorro con una sonrisa.

Con esas palabras, el zorro le propuso a Félix un desafío: debía pasar una noche entera en el bosque, a la luz de la luna, para enfrentar su miedo a la oscuridad. A cambio, el zorro le prometió que estaría a su lado durante toda la noche.

Al principio, Félix se sintió aterrorizado con la idea, pero luego recordó las palabras del zorro. Decidió que era hora de superar su miedo. Armado con su valor y la promesa del zorro, Félix aceptó el desafío.

Esa noche, Félix y el zorro se adentraron en el bosque. A medida que la oscuridad se hacía más densa, Félix sintió como su miedo comenzaba a crecer. Pero al mirar al zorro, que caminaba con confianza a su lado, decidió enfrentar su miedo.

Pasaron las horas y Félix comenzó a notar algo maravilloso: la oscuridad no era tan aterradora como él pensaba. En ella, las estrellas brillaban con más fuerza, la luna parecía más grande y luminosa y los sonidos del bosque cobraban vida.

De repente, una sombra apareció entre los árboles. Félix sintió un escalofrío, pero se recordó a sí mismo que debía ser valiente. La sombra se acercó y para su sorpresa, no era un monstruo temible, sino un ciervo majestuoso que se había acercado a beber agua de un riachuelo.

Félix se dio cuenta entonces de que su miedo a la oscuridad había sido infundado. No había monstruos ni criaturas aterradoras en la oscuridad, solo la belleza de la naturaleza bajo la luz de la luna.

Cuando el sol comenzó a salir, Félix se sintió más valiente y fuerte que nunca. Había enfrentado su miedo y lo había superado. A su lado, el zorro lo felicitó con una sonrisa.

A partir de esa noche, Félix ya no temía a la oscuridad. Descubrió que incluso en la oscuridad, siempre hay luz si tienes el coraje de buscarla. Y aunque a veces todavía sentía un poco de miedo, siempre recordaba su noche en el bosque con el zorro y la sombra valiente que había enfrentado.

Y así, Félix aprendió que la valentía no es la ausencia de miedo, sino la decisión de enfrentarlo. Y cada vez que la oscuridad caía, él sonreía, recordando a su amigo, el zorro, y la lección más valiosa que había aprendido: la oscuridad sólo es temible cuando le permites que lo sea.

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