Había una vez, en un lugar no muy lejano, un bosque muy especial llamado "El Bosque de las Palabras". Este bosque tenía la magia de transportarte a cualquier época que quisieras con solo pronunciar las palabras correctas.
En el corazón del bosque vivía el abuelo Sabio, un anciano árbol que conocía todas las historias que el bosque guardaba. El abuelo Sabio era muy amable y le encantaba compartir sus cuentos con los visitantes que se aventuraban en el bosque.
Un día, llegó al bosque un niño llamado Nico. Nico era curioso y siempre tenía preguntas sobre todo. Cuando vio al abuelo Sabio, se quedó asombrado. "Eres el árbol más grande y viejo que he visto", dijo Nico.
El abuelo Sabio rió con un sonido que parecía el crujir de las hojas. "Sí, he estado aquí por mucho tiempo", dijo. "¿Te gustaría escuchar una historia?"
Nico asintió con entusiasmo. "Me encantan las historias!"
El abuelo Sabio sonrió. "Entonces ven, siéntate a mis raíces y escucha. Permíteme llevarte en un viaje a través del tiempo y las palabras."
Nico se sentó y el abuelo Sabio comenzó su historia. "Hace mucho, mucho tiempo, este bosque estaba lleno de vida. Los animales jugaban entre los árboles y las flores florecían en todas partes. Pero las personas comenzaron a olvidar la importancia de cuidar nuestra casa, la Tierra, y el bosque comenzó a enfermar."
Nico escuchaba atentamente. A medida que el abuelo Sabio hablaba, las palabras cobraban vida a su alrededor. Podía ver a los animales jugando y las flores floreciendo. Pero también podía ver cómo el bosque se marchitaba y los animales desaparecían.
"¡No puede ser!", exclamó Nico. "¿Qué podemos hacer para ayudar al bosque?"
El abuelo Sabio sonrió. "Esa es la pregunta correcta, Nico. Cada uno de nosotros puede hacer su parte para cuidar nuestro planeta. Podemos plantar árboles, recoger la basura y respetar a los animales y sus hogares. Y lo más importante, podemos enseñar a otros a hacer lo mismo."
Nico asintió con determinación. "¡Lo haré, abuelo Sabio! ¡Ayudaré a cuidar el bosque y enseñaré a otros a hacerlo también!"
El abuelo Sabio sonrió. "Esa es la actitud, Nico. Recuerda, cada pequeño acto de bondad hacia nuestro planeta cuenta. Y cada palabra que compartas sobre la importancia de cuidar nuestro hogar, se convertirá en una semilla de cambio."
Con eso, Nico se levantó y prometió cuidar el bosque. Desde ese día, cada vez que alguien visitaba el Bosque de las Palabras, Nico compartía lo que había aprendido del abuelo Sabio. Y poco a poco, el bosque comenzó a sanar.
Y así, cada vez que alguien visita el Bosque de las Palabras, puede ver a Nico, contando su historia y cuidando del bosque, sembrando semillas de cambio con cada palabra que comparte.
Por eso, la próxima vez que vayas a un bosque, recuerda las palabras del abuelo Sabio y haz tu parte para cuidar nuestro hogar, la Tierra. Y no olvides, cada palabra que compartas puede ser una semilla de cambio. ¡Así que vamos a compartir palabras de amor y cuidado para nuestro planeta!