Había una vez, en un tranquilo prado verde, un pequeño y peludo conejito llamado Pacífico. Pacífico era muy especial ya que tenía una máquina del tiempo en forma de zanahoria. La había encontrado un día mientras buscaba comida y desde entonces, nunca se separaba de ella. Pacífico amaba viajar en el tiempo, explorando diferentes épocas y aprendiendo sobre el pasado.
Un día, mientras Pacífico viajaba en el tiempo, se encontró con un viejo y gruñón búho llamado Desacuerdo. Desacuerdo vivía en un viejo roble y siempre estaba de mal humor. No le gustaba que nadie se metiera en sus asuntos, y mucho menos que un conejito viajara en el tiempo.
"Pacífico, no puedes seguir así", gruñó Desacuerdo. "No está bien cambiar el pasado, es peligroso."
Pacífico, siendo un conejito amigable y amante de la paz, no quería pelear. Pero amaba viajar en el tiempo. "Desacuerdo, no estoy cambiando nada, solo estoy aprendiendo", explicó pacíficamente.
"No, no, no", gruñó Desacuerdo, "Estás causando problemas y no lo permitiré. Voy a quitarte esa máquina del tiempo".
Pacífico se asustó. No quería perder su preciada zanahoria del tiempo, pero tampoco quería pelear con Desacuerdo. Así que, pensó y pensó, hasta que tuvo una idea.
"Desacuerdo", dijo Pacífico, "¿Por qué no vienes conmigo en un viaje en el tiempo? Verás que no estoy causando ningún problema".
Desacuerdo frunció el ceño, perplejo, pero finalmente accedió. Así, Pacífico y Desacuerdo se agarraron de la zanahoria y zas, viajaron en el tiempo. Fueron a la época de los dinosaurios, luego a la época de los caballeros y castillos, después a la época de los piratas, y finalmente a la época de los astronautas.
En cada época, Pacífico mostró a Desacuerdo cómo observaba y aprendía, sin interferir en nada. Los dinosaurios rugían, los caballeros chocaban sus espadas, los piratas decían "¡Argh!" y los astronautas flotaban en el espacio.
Después de su último salto en el tiempo, Desacuerdo parecía pensativo. "Pacífico", dijo finalmente, "entiendo ahora. No estás causando problemas. Solo estás aprendiendo. Me equivoqué contigo".
Pacífico sonrió, feliz de que Desacuerdo entendiera. Desde aquel día, Desacuerdo ya no intentó quitarle la máquina del tiempo a Pacífico. De hecho, a veces incluso le pedía a Pacífico que le contara sobre sus viajes en el tiempo.
Y así, el pequeño Conejito Pacífico y el gruñón Búho Desacuerdo resolvieron su gran desacuerdo de una forma pacífica y constructiva. Y todos en el prado vivieron en paz y armonía, mientras Pacífico continuaba sus viajes en el tiempo, aprendiendo más y más sobre la historia del mundo.
Y ese es el final de nuestro viaje en el tiempo con el Conejito Pacífico y el Gran Desacuerdo. Recuerda, pequeño lector, que siempre hay una forma pacífica de solucionar los problemas. Solo necesitas un poco de paciencia, comprensión y, a veces, una zanahoria del tiempo.