Una vez, en un colorido y mágico bosque, vivía un pequeño y encantador conejito llamado Saltarín. Saltarín era conocido por su increíble habilidad para saltar alto y rápido. Todos los días, Saltarín jugaba con sus amigos, los pájaros, las mariposas y los insectos, saltando de un lugar a otro, riendo y divirtiéndose.
Un buen día, a medida que se acercaba la Pascua, Saltarín decidió hacer algo especial para todos en el bosque. Quería preparar una gran búsqueda de huevos de Pascua. Saltarín saltó y saltó, escondiendo huevos de colores brillantes en todas partes, detrás de las flores, en las ramas de los árboles, debajo de las piedras.
Mientras Saltarín estaba ocupado preparando la búsqueda de huevos de Pascua, una niña llamada Lola, que vivía cerca del bosque, lo observaba con curiosidad. Lola era una niña muy dulce y amable, siempre llena de asombro por el mundo que la rodeaba. Le encantaba visitar el bosque y hacer amigos con los animales. Cuando vio a Saltarín escondiendo los huevos, sus ojos brillaron de emoción.
"¡Oh, Conejito Saltarín!" exclamó Lola, "¿Qué estás haciendo?"
Saltarín, sorprendido al principio, pronto se recuperó y respondió con entusiasmo: "¡Hola, Lola! Estoy preparando una búsqueda de huevos de Pascua para todos en el bosque. ¿Te gustaría unirte a nosotros?"
Lola saltó de alegría y asintió con la cabeza, "¡Me encantaría, Conejito Saltarín!"
El Día de Pascua finalmente llegó. Saltarín y Lola, junto con todos los animales del bosque, comenzaron la emocionante búsqueda de huevos de Pascua. "¡Busca aquí, busca allá, busca en todas partes!" Saltarín animaba a todos. Los pájaros chirriaban, las mariposas revoloteaban y los insectos zumbaban, todos emocionados y alegres.
Lola fue la primera en encontrar un huevo. Era de color azul brillante y estaba escondido detrás de una flor amarilla. "¡Lo encontré, Conejito Saltarín! ¡Lo encontré!" gritó Lola con alegría. Saltarín saltó de felicidad y aplaudió a Lola.
Después de Lola, uno por uno, todos los animales del bosque encontraron huevos. El bosque estaba lleno de risas y alegría. Saltarín saltaba de felicidad, y Lola aplaudía y reía. Fue un Día de Pascua verdaderamente mágico para todos ellos.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, todos se reunieron alrededor de Saltarín, agradeciéndole por el maravilloso Día de Pascua. Saltarín se ruborizó y dijo: "Me alegra que todos se hayan divertido. ¡Eso es lo que la Pascua significa para mí, alegría y diversión!"
Lola se acercó a Saltarín, le dio un abrazo y dijo: "Gracias, Conejito Saltarín. ¡Hoy fue el día más mágico de todos!"
Y así, la niña y el conejito, bajo el cálido cielo del atardecer, celebraron el Día de Pascua con sus amigos del bosque. Fue un día lleno de magia, alegría y risas. Y desde aquel día en adelante, cada año, el Día de Pascua se celebraba con una emocionante búsqueda de huevos en el bosque, todo gracias al pequeño, pero encantador Conejito Saltarín.