Había una vez, en una pequeña ciudad llamada Dulcehogar, dos hermanitos llamados Sara y Tomás. Pero cuando nadie los veía, se convertían en ¡Super-Cariño y Capitán Compartir!
Super-Cariño tenía el poder de dar los abrazos más calentitos y reconfortantes, y Capitán Compartir podía hacer que cualquier niño compartiera sus juguetes con una simple sonrisa. Juntos, hacían de Dulcehogar un lugar más feliz.
Un día, mientras jugaban en la plaza, notaron algo extraño. Los niños no estaban jugando juntos como solían hacerlo. En vez de eso, estaban peleando y llorando. ¡Qué misterio!
"¡Super-Cariño, Capitán Compartir, debemos hacer algo!" dijo Sara, y Tomás asintió con determinación.
Primero, Super-Cariño fue a consolar a los niños que lloraban. Con sus super abrazos, los niños pronto se sintieron mejor. "Gracias, Super-Cariño," dijeron con una sonrisa, "nos sentimos mucho mejor".
Luego, Capitán Compartir fue a hablar con los niños que peleaban. Con su sonrisa amigable, les recordó lo divertido que es compartir y jugar juntos. Pronto, los niños estaban compartiendo sus juguetes y riendo. "Gracias, Capitán Compartir," dijeron, "es mucho más divertido jugar juntos".
Pero Super-Cariño y Capitán Compartir sabían que aún quedaba otro misterio por resolver. ¿Por qué los niños habían empezado a pelear en primer lugar?
En la búsqueda de respuestas, fueron a casa y le preguntaron a su abuela, la sabia abuela Mabel. Con una sonrisa, abuela Mabel les contó una antigua historia sobre un duende travieso que a veces visitaba Dulcehogar y causaba discordia entre los niños.
"¡Eso es!" exclamaron Super-Cariño y Capitán Compartir. Sabían que tenían que encontrar al duende travieso y pedirle que dejara de causar problemas.
Con la ayuda de abuela Mabel, prepararon una trampa para el duende. Al día siguiente, cuando el duende vino a causar más problemas, ¡PLAF! cayó en la trampa.
"¡Por favor, duende, deje de causar problemas!" pidieron Super-Cariño y Capitán Compartir. El duende, sorprendido por su amabilidad, asintió y prometió no causar más problemas.
Desde aquel día, Dulcehogar volvió a ser un lugar feliz y amigable. Super-Cariño y Capitán Compartir, con sus superpoderes de amor y compartir, demostraron que todos pueden ser héroes en su vida diaria.
Y así, Sara y Tomás, también conocidos como Super-Cariño y Capitán Compartir, continuaron sus aventuras, siempre listos para ayudar a quien lo necesitara.
Porque, como siempre decía abuela Mabel, "No necesitas capa para ser un superhéroe. Solo necesitas un gran corazón y la voluntad de ayudar a los demás". Y eso es exactamente lo que eran Sara y Tomás: superhéroes con un gran corazón.
Y con esto, niños, siempre recuerden, ¡ustedes también pueden ser héroes en su vida diaria, al igual que Super-Cariño y Capitán Compartir!