Tito era un niño de 5 años que vivía en una pequeña ciudad rodeada de un hermoso bosque. Todos los días, Tito salía a jugar al bosque con sus amigos, explorando cada rincón y descubriendo nuevas criaturas. Pero un día, Tito decidió aventurarse solo en el bosque encantado, un lugar mágico que nadie se atrevía a explorar.
Con su mochila llena de bocadillos y su linterna en mano, Tito se adentró en el bosque encantado. A medida que caminaba, el aire se volvía más fresco y el sonido de los pájaros y el viento le daban la bienvenida. Tito se sentía emocionado y un poco asustado al mismo tiempo, pero estaba decidido a descubrir los secretos del bosque encantado.
De repente, Tito escuchó un ruido extraño y se detuvo en seco. Era un pequeño duende que se encontraba en una rama de un árbol, saltando de un lado a otro. Tito se acercó con curiosidad y el duende le hizo señas para que lo siguiera. Sin pensarlo dos veces, Tito lo siguió y llegaron a un claro en el bosque.
En el centro del claro se encontraba una figura de autoridad, una reina de las hadas, rodeada de sus súbditos. Tito se quedó impresionado al ver a la reina y sus hermosas alas brillantes. La reina sonrió amablemente y le dijo a Tito que estaban en peligro, ya que un malvado brujo había lanzado un hechizo sobre el bosque encantado y estaba desapareciendo poco a poco.
Tito no podía creer lo que estaba escuchando, pero la reina le pidió ayuda para encontrar el ingrediente secreto que desharía el hechizo y salvaría el bosque. Sin dudarlo, Tito se ofreció a ayudar y la reina le dio una lista de cosas que debía encontrar.
Con su linterna en mano, Tito comenzó su búsqueda. Encontró una hoja de trébol de cuatro hojas, una pluma de águila y una flor de loto. Pero el último ingrediente era el más difícil de encontrar, era una lágrima de unicornio. Tito no sabía cómo podría conseguir eso, pero no se dio por vencido y siguió buscando.
Mientras caminaba por el bosque, Tito se encontró con un grupo de animales que estaban muy tristes porque el bosque estaba desapareciendo. Tito les contó sobre el hechizo y les pidió ayuda para encontrar la lágrima de unicornio. Los animales, con su gran sabiduría, le dijeron que el único lugar donde podía encontrar un unicornio era en una cueva al otro lado del bosque.
Sin perder tiempo, Tito se dirigió a la cueva y encontró al unicornio. Le explicó la situación y el unicornio, con una lágrima en su ojo, se ofreció a ayudar. Tito tomó la lágrima con cuidado y se dirigió de vuelta al claro.
La reina y sus súbditos agradecieron a Tito y mezclaron todos los ingredientes en una poción mágica. Luego le pidieron a Tito que la vertiera sobre el árbol más grande del bosque. Tito lo hizo y, de repente, el árbol comenzó a brillar y el hechizo se rompió. El bosque encantado había vuelto a su antigua belleza.
La reina le dio las gracias a Tito y le dijo que era un verdadero héroe. Los animales también se acercaron y le agradecieron con abrazos y lamidas. Tito se sintió muy feliz y orgulloso de sí mismo. La reina le dio un par de alas mágicas como regalo y todos los animales lo acompañaron de vuelta a su casa.
Cuando Tito llegó a su ciudad, todos se sorprendieron al verlo volar con sus nuevas alas. Sus amigos le preguntaron sobre su aventura y Tito les contó todo con entusiasmo. Desde ese día, Tito se convirtió en el protector del bosque encantado y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos en problemas.
El bosque encantado se convirtió en un lugar aún más mágico y todos en la ciudad aprendieron la importancia de cuidar el medio ambiente y proteger la naturaleza. Y Tito, con sus alas mágicas, volaba por el bosque encantado, descubriendo nuevas criaturas y viviendo emocionantes aventuras.