El Bosque Mágico: Una aventura para aprender a cuidar la naturaleza

En un lugar muy lejano, en un bosque encantado,

vivía un grupo de amigos muy aventurado.

Tenían entre seis y ocho años de edad,

y amaban la naturaleza con intensidad.

Sus nombres eran Pedro, Sofía y Mateo,

juntos exploraban el bosque sin tener miedo.

Un día, mientras paseaban por el lugar,

se toparon con un anciano muy sabio y singular.

El anciano les dijo con una sonrisa,

"bienvenidos al bosque, una joya en la tierra preciosa.

Aquí encontrarán criaturas de todo tipo,

pero recuerden siempre cuidarlas y no hacerles daño, ni un poquito."

Los niños asombrados, escucharon atentos,

mientras el anciano les hablaba con amor y aliento.

"Este bosque es mágico y lleno de vida,

pero es importante cuidarlo para que siempre brille."

Los niños preguntaron al anciano con curiosidad,

cómo podían hacer para cuidar la naturaleza con felicidad.

El anciano les sonrió y les dijo con calma,

"hay muchas maneras, pero les enseñaré una que es muy especial."

Los llevó a una pequeña cascada cristalina,

y les mostró cómo el agua es vida y divina.

"Sin agua, los seres vivos no pueden sobrevivir,

así que es importante cuidarla para que siempre esté aquí."

Los niños entendieron el mensaje del anciano,

y prometieron siempre cuidar el bosque con empeño.

Juntos, decidieron formar un equipo,

para proteger el bosque y aprender juntos de él.

Caminaron por el bosque con más atención,

descubriendo plantas, animales y su coloración.

Aprendieron que cada ser tiene un papel importante,

y que todos juntos forman un ecosistema fascinante.

El anciano les mostró un árbol milenario,

y les contó la historia de su crecimiento extraordinario.

"Este árbol es un tesoro del bosque,

y es nuestra responsabilidad cuidarlo sin reproches."

Los niños asintieron con entusiasmo,

y decidieron adoptar al árbol como su amigo.

Cada día, visitaban al árbol y le hablaban,

y el árbol les respondía con suaves hojas que se movían.

Con el tiempo, los niños se convirtieron en guardianes,

del bosque y de su flora y fauna tan valientes.

El anciano los felicitó por su compromiso,

y les dijo que siempre recordaran este aprendizaje tan preciso.

Así pasaron los días, explorando y aprendiendo,

sobre el bosque mágico y cómo cuidarlo sin detenerse.

Los niños crecieron con amor y respeto por la naturaleza,

y el anciano siempre los guió con su sabiduría y nobleza.

Y así, el bosque se convirtió en un lugar aún más hermoso,

gracias a los niños que aprendieron a cuidarlo con gozo.

Y el anciano siguió siendo su guía y mentor,

enseñándoles siempre el valor de cuidar la naturaleza con amor.

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