El miedo más grande

Había una vez en un hermoso bosque, un pequeño conejo llamado Benito que tenía un gran miedo, el miedo más grande que alguien podría tener. Benito tenía miedo a la oscuridad. Por más que intentaba, no podía dormir sin tener una luz encendida en su madriguera. Sus padres y hermanos se preocupaban mucho por él, ya que sabían que esto le impedía disfrutar de las noches estrelladas y de las hermosas historias que su madre les contaba antes de dormir.

Un día, mientras Benito jugaba con sus hermanos en el bosque, encontraron un viejo libro en una cueva que estaba escondida entre los árboles. Al abrirlo, descubrieron que era un libro de hechizos mágicos y en él, había una página que hablaba sobre cómo superar el miedo a la oscuridad. Benito, emocionado y con un poco de miedo, le pidió a su hermano mayor que le ayudara a leerlo.

Después de leer el hechizo, Benito se dio cuenta de que necesitaba la ayuda de un mentor, alguien que pudiera guiarlo y enseñarle a superar su miedo. Decidieron entonces ir a ver al viejo búho sabio del bosque, quien era conocido por ser un gran profesor y mentor para todos los animales del bosque.

El viejo búho escuchó con atención la historia de Benito y le dijo: "Mi pequeño amigo, el miedo es algo muy normal, pero no debemos dejar que nos controle. Te enseñaré un juego que te ayudará a superar tu miedo a la oscuridad". Benito, un poco escéptico, aceptó la ayuda del búho sabio y juntos se adentraron en el bosque. Al llegar a un claro, el búho le explicó el juego: "Debes cerrar los ojos y dejar que tu imaginación vuele. Imagina que estás en un lugar oscuro, pero no tengas miedo, porque siempre hay una luz al final del túnel. Piensa en algo que te haga sentir feliz y seguro".

Benito cerró los ojos y pensó en su familia, en sus amigos y en todas las cosas que amaba hacer. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba rodeado de pequeñas luciérnagas que iluminaban el lugar con su brillo. El viejo búho le explicó que esas luciérnagas eran su imaginación y que siempre estarían allí para ayudarlo a superar su miedo.

A partir de ese día, Benito practicó el juego de las luciérnagas todas las noches. Poco a poco, su miedo a la oscuridad fue desapareciendo y pudo disfrutar de las noches estrelladas y de las historias de su madre sin tener que encender una luz. Estaba muy agradecido con el viejo búho por haberle enseñado a superar su miedo.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Benito se encontró con un pequeño ratón que estaba llorando. Al preguntarle qué le pasaba, el ratón le contó que tenía miedo de cruzar un puente colgante que conectaba dos árboles. Sin dudarlo, Benito recordó todo lo que había aprendido del viejo búho y le dijo al ratón: "Cierra los ojos y piensa en algo que te haga feliz y seguro. Verás que no hay nada que temer". El ratón hizo lo que le dijo Benito y, al abrir los ojos, cruzó el puente sin ningún problema.

A partir de ese momento, Benito se convirtió en el mentor de todos los animales del bosque que tenían miedo. Les enseñaba el juego de las luciérnagas y los ayudaba a superar sus miedos. El viejo búho estaba muy orgulloso de él y le dijo: "Mi pequeño amigo, has demostrado ser un gran mentor y un valiente conejo. Nunca dejes que el miedo te detenga".

Y así, Benito se convirtió en un verdadero héroe del bosque. Aprendió que el miedo es algo normal, pero que siempre hay una forma de superarlo. Y lo más importante, aprendió que puede ser de gran ayuda para los demás, al igual que el viejo búho fue para él. Desde ese día, las noches en el bosque se llenaron de historias y aventuras, sin ningún rastro del miedo más grande que Benito había tenido alguna vez.

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