Había una vez, en el cielo nocturno, dos amiguitos muy especiales, Estrellita y Lunarcito. Estrellita, brillante y chispeante, siempre estaba llena de energía. Lunarcito, por otro lado, era tranquilo y soñador, siempre flotando felizmente en el cielo.
Una noche, mientras los dos amigos jugaban en el espacio, vieron a lo lejos un planeta de color azul brillante. "¡Oh, qué bonito!", exclamó Estrellita. "¿Y si vamos a explorarlo, Lunarcito?".
Lunarcito, al principio un poco tímido, asintió y dijo: "¡Vamos, Estrellita! Pero debemos tener cuidado". Así que los dos amigos se pusieron en marcha, volando a través del espacio estrellado.
"Zoooom, Zoooom," sonaba como Estrellita y Lunarcito volaban. Pasaron por constelaciones brillantes, asteroides giratorios y cometas veloces. "¡Whee!", gritaba Estrellita mientras Lunarcito se reía.
Finalmente, llegaron al planeta azul brillante. Para su sorpresa, encontraron a un pequeño extraterrestre llamado Solcito. Solcito estaba triste porque no podía encontrar su camino a casa.
Estrellita y Lunarcito, viendo a Solcito tan triste, decidieron ayudarlo. "No te preocupes, Solcito," dijo Estrellita, "¡Vamos a ayudarte a encontrar tu casa!".
Así que los tres amigos comenzaron su búsqueda. Pasaron por ríos de estrellas fugaces, montañas de polvo lunar y bosques de cristales espaciales. "¡Pop, pop, pop!", sonaban los cristales espaciales al moverse.
Después de un largo viaje, finalmente encontraron la casa de Solcito. Era un pequeño planeta, amarillo y brillante como el sol. "¡Gracias, Estrellita y Lunarcito!", exclamó Solcito. "¡No podría haber encontrado mi hogar sin ustedes!".
Estrellita y Lunarcito se despidieron de su nuevo amigo y regresaron a su hogar en el cielo nocturno. Y aunque estaban cansados, estaban llenos de felicidad. Habían hecho un nuevo amigo y habían vivido una increíble aventura espacial.
Desde aquel día, cada vez que miraban al planeta azul brillante, veían un pequeño brillo amarillo. Sabían que era Solcito, saludándoles desde su hogar.
Y así, Estrellita y Lunarcito, los amigos del cielo nocturno, continuaron con sus aventuras, siempre listos para ayudar a quien lo necesitara.
Y cada vez que mires al cielo nocturno, fíjate bien. Tal vez veas a Estrellita y Lunarcito, jugando y riendo entre las estrellas. Y si ves un pequeño brillo amarillo, no olvides saludar a Solcito.
Así termina nuestra historia, pero recuerda, siempre hay más aventuras esperando en las estrellas.